lunes, 29 de abril de 2013

Cisneros


Por Lina Henao

CISNEROS…

Ahí está erguido y orgulloso de su obra, la escultura de Francisco Javier Cisneros, el cubano responsable de la construcción del Ferrocarril de Antioquia, así mismo responsable del impulso de la economía antioqueña.

El Túnel de la Quiebra  es otra de sus grandes obras, ahora olvidado por los rugidos del ferrocarril es transitado por las motos adaptadas como coches para transportar a los habitantes de un lado a otro.  Cuenta la historia que dos cuadrillas de hombres iniciaron al mismo tiempo la excavación del túnel en cada uno de los extremos hasta encontrarse en la mitad del mismo y fue tal la precisión de Cisneros y sus hombres que solo erraron por un par de centímetros. ¡Cómo no caminar erguido ante tanta precisión! ¡Cómo no sentirse orgulloso cuando superó el agreste territorio antioqueño para hacer llegar el desarrollo a los sitios más lejanos de nuestras tierras!

Y luego, de ser el ferrocarril el eje de la economía, quien traía y llevaba a los viajeros y transeúntes hasta el río Magdalena, simplemente enmudeció. Y las estaciones una a una fueron cayendo en el abandono.

De la estación Medellín solo queda un pedazo de lo que fue, de su magnitud, de su grandeza… ahora solo hay un par de alas y el abordaje de primera clase. Sin embargo las cicatrices también están a la vista de todos, pero ya hacen parte del paisaje.

Francisco Antonio Cisneros ahora está ahí dando la espalda a lo que fue su gran orgullo, como si estuviera marchándose de aquel lugar que dejó en el olvido su gran obra de ingeniería, la gran obra del desarrollo antioqueño
Ahí está erguido y orgulloso de su obra, la escultura de Francisco Javier Cisneros, el cubano responsable de la construcción del Ferrocarril de Antioquia, así mismo responsable del impulso de la economía antioqueña.






LA DANZA DEL VIENTO



 Por: Lina Henao

Son pocos los árboles que habitan en el parque San Antonio, las esculturas de El Pájaro (el que recuerda la cruda violencia de la ciudad y el nuevo), Venus y el Torso Masculino de Fernando Botero miran hacia el centro, un espacio lleno de adoquines donde hay pintada una improvisada cancha de microfútbol.

Allí el viento siempre está, a veces con fuerza, en otras ocasiones se hace imperceptible.

“Ana, Lucía y Juan” transitan por San Antonio, sienten el viento, su frescura y no pueden dejar de bailar con él.

“Ana” inicia una danza, la sigue “Juan” abriendo sus brazos como si desplegara las alas, mientras “Lucía” la más pequeña se agarra de su padre para evitar que el viento la eleve.



Una fotico... riqueza en la Comuna 10





Riqueza en la comuna 10: Diversidad
Por: Lina Patricia Henao

-            ¡Tómeme una foto!.  Esa fue la manera de acercarse. Quería un poco de reconocimiento y ver reflejado su rostro en la cámara fotográfica. En el afán de conocerlo pregunté su nombre y me contestó:  - Machete, me dicen machete.
En medio de la fotografía seguí interrogando, su apodo obedece a que le gusta “voliar machete” como el mismo lo dijo.
Vive en Guayaquil, en una de las tantas residencias que se encuentran en el sector, en las mismas donde los olores se confunden hasta tornarse hediondos, donde el ambiente se siente pesado y los corredores carecen de luz. Sus manos conservaban este olor que terminaron por impregnar las mías al intentar coger la cámara para ver su foto.
Su cuerpo está lleno de cicatrices, quizá menos de las que tiene en su vida porque hay heridas que no son perceptibles a los ojos de otros, éstas están muy adentro en el alma de cada quien. La cicatriz más evidente de Machete está en su cabeza, probablemente originada en una de las peleas que le gusta protagonizar.
Tenía afán de ver su rostro reflejado en la cámara y empezó a acosar, así que las inquietudes que me surgieron en el momento tuvieron que esperar y darle gusto al único transeúnte que se atrevió a acercarse para que le tomara una fotico…



La alegría de la comparsa














  
  Por Lina Henao

El sonido de los tambores invita a danzar. Ese llamado lo sentí la primera vez que pude hacer parte de la comparsa. Una fuerza interior se hizo presente y el movimiento surgió en mi cuerpo como si hubiese estado dormido. Volví a ser niña, un sentimiento que no quiero volver a abandonar.

La alegría, las risas y el movimiento sin una técnica establecida son parte de la comparsa. Sus integrantes solo deben seguir dos condiciones: sentir y mover su cuerpo.

Las calles, los barrios y toda la ciudad son el escenario. No se requiere de mucha infraestructura, la idea es tomarse los espacios, avanzar y llevar alegría a los curiosos que no se atreven a desinhibir sus emociones.

La comparsa me dio la oportunidad de ser yo, sin máscaras, sin ataduras, sin composturas, divertirme y brindar alegría a quienes están conmigo. En el performance quise compartir un poco de mi sentir con los que ahora hacen parte de una nueva aventura en mi vida, ustedes, mis compañeros de maestría!






domingo, 14 de abril de 2013

Estetograma Analida López


https://skydrive.live.com/?cid=6246b3e37df7e433#cid=6246B3E37DF7E433&id=6246B3E37DF7E433!242

Hora de levantarse. Análida refunfuña. Odia ese momento de choque con su naturaleza dormilona. Años atrás sostenía fuertes batallas internas para vencerla. Permanecía allí entre sus cobijas y terribles sentimientos de culpa. Pero de un tiempo para acá ha empezado a reconciliarse con su ser un poco indisciplinado, dado al ocio, a la contemplación y a la lentitud.

El sonido de los pájaros es su mejor despertador. Afuera, el día promete ser algo frió. Quizá llueva y no tiene sombrilla, la extravió de nuevo, siempre sucede.

Sus pies sobre el pequeño tapete para atenuar la frialdad del piso. Es un engaño, una ilusión pretender prolongar la sensación de tibieza y de cobijo. Se levanta por fin. La idea de un café caliente la anima. Baja despacio las escaleras, roza con placer la madera. Le agrada su textura, su color. Desciende despacio, lo hace con cuidado, en parte porque teme perder el equilibrio.

Su cuerpo ya no le responde como antes, teme que la traicione. En su trayecto, toca la pared suavemente, más que buscar apoyo, busca el contacto con esa superficie que la atrae. Es rugosa, pero amable, invita a acariciar.

Enciende la radio. 90.90. La doble W hace parte de sus mañanas desde hace mucho tiempo. Esas  “voces con piel” se han convertido en una grata compañía. Pero, el café la espera. Su aroma, desde el momento de destapar el tarro, la reconforta. Verlo hervir, observar el vapor le  produce un profundo placer. Es un rito, su rito sagrado. Tomar un café en las mañanas, saborearlo mientras siente el frió en su piel, en su rostro en sus brazos, mientras observa las nubes que anuncian lluvias, mientras repasa el recorrido del día que la espera. Allá un pajarito se posa sobre uno de los muros vecinos. Parece mirarla.

El tiempo transcurre. De nuevo es necesario un acto de voluntad supremo para interrumpir la contemplación. Los deberes, la vida real, la llaman a gritos.

En el baño otra batalla se libra. Hace frío y aunque el agua es tibia, al inicio, no le parece lo suficiente. De inmediato cambia la sensación, es agradable sentirla bajar por su cara. El agua, ese elemento vital originario, partícula primigenia de todo ser vivo. Componente de la naturaleza, testigo y partícipe del devenir vida humana. También ella es su amiga. En esos momentos en que ambas están solas en ese otro ritual que es el baño diario, suele conversar y agradecerle estar allí para ella, tan incondicional, tan generosa, tan límpida y sencilla.

(Pendiente: subir video)

lunes, 8 de abril de 2013

Cortázar va al Cine



Tener presentes estas fechas:
Abril 10
Abril 24
Mayo 15
Mayo 29
Junio 12
Septiembre 11
Octubre 9
Octubre 23
Noviembre 6

Lugar: Teatro en el antiguo M.A.M. en Carlos E. Restrepo 

Estetograma de un sábado por la mañana




Por Claudia Restrepo Ruiz

A Claudia la despiertan a las siete menos diez y digo la despiertan porque en ella no funcionan las alarmas, los grillos programados en el celular ni la luz que desde hace más de una hora, entró por la ventana. Su esposo madruga a caminar y para cuando llega es el momento propicio. Tan pronto abre los ojos, busca vestigios de sueños, le fascina soñar. Cuando comprueba que no hay nada, se levanta, mira al atrapasueños que es más un atrapapesadillas y comienza el día repasando los elementos que debe tener presentes al empacar, media hora más tarde.  El agua le gusta tanto como los sueños pero no es de las que se demora en la ducha a menos que se lave el pelo. Cuando se baña, tiene la sensación de que el agua sana y que todos los vicios del pensamiento se escurren por la rendija bajo sus pies. Siempre tiene que esperar a conocer el ánimo del día para elegir cómo vestirse. No comprende como hay mujeres que desde el lunes tienen seleccionado el atuendo de la semana completa. Hoy por ejemplo, llueve y al gris de un jean le iría bien una bufanda morada. En semana usa tacón pero los tenis son exclusivos del fin de semana. Se calza y procede a desayunar, con cocacola porque ese vicio no es mental y no tiene interés en desarraigarlo, una arepita de chócolo con queso. Cuando termina, va al estudio, empaca el cuaderno, la cartuchera y el folder y regresa al baño para maquillarse un poco. Es entonces cuando el espejo le revela que aún tiene estragos de la sombra anterior. Toma un copito, lo baña en crema, se quita el estrago y lo cubre con polvo. Luego elige entre la raya negra o la café y delinea la parte inferior de sus párpados. Usa pestañina –siempre se debe llevar pestañina– y se pone el labial que no llegará ni siquiera a la universidad –también se lo come, pero de manera inconsciente–.  Y cuando cree estar lista empieza el caos porque no encuentra las llaves del carro. Sería más sencillo si las pusiera siempre en el mismo lugar pero como la danza entre bolsos día a día tiene lugar, es impredecible saber dónde están. Cuando las encuentra reparte besos y sale camino a la universidad. Entonces la música invade su espacio móvil  y en el trayecto… surgen ideas de cuentos, nombres de personajes y reflexiones para su blog: bitácora del cuerpo. Llega puntual a clase y toma uno de los puestos de adelante para que su miopía tenga que contentarse con lo que alcanza a ver y no con la muleta de unas gafas que apenas si está aprendiendo a conducir. Toma la palabra y lee un fragmento del texto Rata, caballo, pájaro o gato.

Estetograma, Consuelo Garay


https://skydrive.live.com/?cid=5c7d363a4c80d2da&id=5C7D363A4C80D2DA%21229&Bsrc=Share&Bpub=SDX.SkyDrive&authkey=!AtGbsjPoJ0i4MMw

La joven maestra, Consuelo Yazmín Garay Leal, rige en Medellín, Antioquia. Clara de entendimiento responsable y tenaz de voluntad, nacida para formar y guiar personas jóvenes adolescentes y poderles alegrar sus vidas. Quemada interiormente por fuegos místicos y avasallada por el llamamiento de la oración. Dios la ha ido moviendo por caminos diversos que la han hecho madurar a fuerza de lidia, pues su terquedad siempre ha sido su motor.

“Ha pasado las amarguras del ajenjo para llegar a la dulzura de la miel”. Pero a ti te digo Dios: “Aquí estoy señor para hacer tu voluntad”.

Ella es como el agua, pues:

El agua representa la transparencia de la gente.

El agua representa la tranquilidad espiritual.

El agua representa la liberación.

Pues el agua se tiñe de mil colores cuando la luz la atraviesa y muestra su hermosura y esplendor cuando se palpa el agua y se remojan las manos se siente una leve caricia de Dios en el alma, que invita a explorar el mundo natural y las maravillas que nos rodean, las formas de las plantas, su textura, sus olores son el reflejo natural de mi persona. Reflejo que me gusta palpar en cada hoja, en cada flor…..

Es hacendosa, es dinámica. Reproduce en su opulenta personalidad los rasgos de la mujer fuerte, de aquella que hay que buscar lejos, pero con responsabilidad, para esta fecha ha sido maestra de colegios.

Sensible a la naturaleza y a los espacios que recorre, mujer insaciable y de buen gusto al comer el pez su alimento preferido.