Por Lina Henao
El sonido de los tambores invita a danzar. Ese llamado lo sentí la primera vez que pude hacer parte de la comparsa. Una fuerza interior se hizo presente y el movimiento surgió en mi cuerpo como si hubiese estado dormido. Volví a ser niña, un sentimiento que no quiero volver a abandonar.
Las calles, los barrios y toda la ciudad son el escenario. No se requiere de mucha infraestructura, la idea es tomarse los espacios, avanzar y llevar alegría a los curiosos que no se atreven a desinhibir sus emociones.
La comparsa me dio la oportunidad de ser yo, sin máscaras, sin ataduras, sin composturas, divertirme y brindar alegría a quienes están conmigo. En el performance quise compartir un poco de mi sentir con los que ahora hacen parte de una nueva aventura en mi vida, ustedes, mis compañeros de maestría!
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