https://skydrive.live.com/?
Hora de levantarse. Análida refunfuña. Odia ese momento de choque con su naturaleza dormilona. Años atrás sostenía fuertes batallas internas para vencerla. Permanecía allí entre sus cobijas y terribles sentimientos de culpa. Pero de un tiempo para acá ha empezado a reconciliarse con su ser un poco indisciplinado, dado al ocio, a la contemplación y a la lentitud.
El sonido de los pájaros es su mejor despertador. Afuera, el día promete ser algo frió. Quizá llueva y no tiene sombrilla, la extravió de nuevo, siempre sucede.
Sus pies sobre el pequeño tapete para atenuar la frialdad del piso. Es un engaño, una ilusión pretender prolongar la sensación de tibieza y de cobijo. Se levanta por fin. La idea de un café caliente la anima. Baja despacio las escaleras, roza con placer la madera. Le agrada su textura, su color. Desciende despacio, lo hace con cuidado, en parte porque teme perder el equilibrio.
Su cuerpo ya no le responde como antes, teme que la traicione. En su trayecto, toca la pared suavemente, más que buscar apoyo, busca el contacto con esa superficie que la atrae. Es rugosa, pero amable, invita a acariciar.
Enciende la radio. 90.90. La doble W hace parte de sus mañanas desde hace mucho tiempo. Esas “voces con piel” se han convertido en una grata compañía. Pero, el café la espera. Su aroma, desde el momento de destapar el tarro, la reconforta. Verlo hervir, observar el vapor le produce un profundo placer. Es un rito, su rito sagrado. Tomar un café en las mañanas, saborearlo mientras siente el frió en su piel, en su rostro en sus brazos, mientras observa las nubes que anuncian lluvias, mientras repasa el recorrido del día que la espera. Allá un pajarito se posa sobre uno de los muros vecinos. Parece mirarla.
El tiempo transcurre. De nuevo es necesario un acto de voluntad supremo para interrumpir la contemplación. Los deberes, la vida real, la llaman a gritos.
En el baño otra batalla se libra. Hace frío y aunque el agua es tibia, al inicio, no le parece lo suficiente. De inmediato cambia la sensación, es agradable sentirla bajar por su cara. El agua, ese elemento vital originario, partícula primigenia de todo ser vivo. Componente de la naturaleza, testigo y partícipe del devenir vida humana. También ella es su amiga. En esos momentos en que ambas están solas en ese otro ritual que es el baño diario, suele conversar y agradecerle estar allí para ella, tan incondicional, tan generosa, tan límpida y sencilla.
(Pendiente: subir video)
No hay comentarios:
Publicar un comentario