lunes, 29 de abril de 2013

LA DANZA DEL VIENTO



 Por: Lina Henao

Son pocos los árboles que habitan en el parque San Antonio, las esculturas de El Pájaro (el que recuerda la cruda violencia de la ciudad y el nuevo), Venus y el Torso Masculino de Fernando Botero miran hacia el centro, un espacio lleno de adoquines donde hay pintada una improvisada cancha de microfútbol.

Allí el viento siempre está, a veces con fuerza, en otras ocasiones se hace imperceptible.

“Ana, Lucía y Juan” transitan por San Antonio, sienten el viento, su frescura y no pueden dejar de bailar con él.

“Ana” inicia una danza, la sigue “Juan” abriendo sus brazos como si desplegara las alas, mientras “Lucía” la más pequeña se agarra de su padre para evitar que el viento la eleve.



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