Por:
Sayra Ríos Pulgarín
Ciudad del habitar
Medellín es un centro donde la polis y la urbs combaten en una relación de dicotomías; sufren transformaciones en su interior y desde su exterior, el panóptico hace su parte. ¿Quién es el habitante que entre tejidos reconstruye el pasado sin memoria?...Con memorias ficticias o memorias obligadas, nacemos a la historia y en nosotros crece una pequeña forma de olvido que escarba en el fondo hasta enterrarse.
¿Qué es el monumento? ¿Quién lo habita? La intención del autor, el gobernante y más allá, el imaginario de una ciudad que lo observa, lo reflexiona y a veces, no lo ve. Capturar la memoria es un intento inútil y sin embargo, próximo a la humanidad.
La ciudad fábula
Halló el personaje llamado ciudad un trasfondo para su soledad: La amargura encapsulada y un museo de calle -pero museo al fin y al cabo-; allí también el entramado humano. Halló entonces su centro y la debilidad que la consumía. Siguió su camino para encontrar respuestas porque una ciudad se piensa a sí misma. No muy sustanciosa la búsqueda, decidió descansar a la sombra de un árbol; la paloma entonces se acercó, al verla gritó de espanto y decidió volverse un ratón.
Desde entonces, imitando al ratón, en cuatro patas camina la ciudad y supeditada a la tibieza del indiferente, pasa las noches en la penumbra de dos gordos pájaros. Pobre ciudad, no distingue la forma completa de la incompleta.
Se acercó un día el gato para intentar hacerse amigo de la ciudad. Gato con botas, egipcio, salvaje y doméstico; primero la observó y luego leyó en ella la siguiente premisa: “Soy la ciudad de cuatro patas, tal vez ave un día, hoy ratón”. Despreciando la misteriosa amistad, el gato desapareció sagazmente. La ciudad aún le espera.
Linda TE AMO.
ResponderEliminarSay escribes muy bonito, muchos besitos.
Att: ¡¡El novio que más te quiere!!.
Yo quiero una novia así
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