viernes, 22 de marzo de 2013

Cartografías de ciudad: “El Habitar”



Por: 
Sayra Ríos Pulgarín


Ciudad del habitar






Medellín es un centro donde la polis y la urbs combaten en una relación de dicotomías; sufren transformaciones en su interior y desde su exterior, el panóptico hace su parte. ¿Quién es el habitante que entre tejidos reconstruye el pasado sin memoria?...Con memorias ficticias o memorias obligadas, nacemos a la historia y en nosotros crece una pequeña forma de olvido que escarba en el fondo hasta enterrarse.


¿Qué es el monumento? ¿Quién lo habita? La intención del autor, el gobernante y más allá, el imaginario de una ciudad que lo observa, lo reflexiona y a veces, no lo ve. Capturar la memoria es un intento inútil y sin embargo, próximo a la humanidad.



Los museos de la calle. Aunque libres de paredes, siguen encerrados tras la vidriera que separa el acontecer del acontecido.



El ferrocarril de Antioquia. En otrora un canal para el comercio, el viaje, la comunicación… Hoy un elemento más que entre palimpsestos se aquieta en un museo. Después de indagar en los recuerdos de nuestros viejos, definitivamente, este ha sido uno de los emplazamientos más dolorosos.


El árbol del ferrocarril. Cuántas historias observaste: el tránsito hacia el progreso y de pronto, la caída. En ti habita la vida, el mito, los años con remembranzas perdidas, el paseo de los enamorados…la virginal pureza de lo natural y una batalla ganada al demoledor de paisajes urbanos.


Música en la calle. A ti te esperábamos entre la reverberación del agitado centro de nuestra ciudad. Ciudad que como buena capital musical, alberga las mixturas más extrañas y también las más bellas. Ellas  desde una perspectiva estética, son las que nos alientan para armonizar, sonorizar, cantar y danzar este simulacro de la vida. ¡Te celebro ciudad, entre sonidos y silencios!

La ciudad fábula
Halló el personaje llamado ciudad un trasfondo para su soledad: La amargura encapsulada y un museo de calle -pero museo al fin y al cabo-; allí también el entramado humano. Halló entonces su centro y la debilidad que la consumía. Siguió su camino para encontrar respuestas porque una ciudad se piensa a sí misma. No muy sustanciosa la búsqueda, decidió descansar a la sombra de un árbol; la paloma entonces se acercó, al verla gritó de espanto y decidió volverse un ratón.

Desde entonces, imitando al ratón, en cuatro patas camina la ciudad y supeditada a la tibieza del indiferente, pasa las noches en la penumbra de dos gordos pájaros. Pobre ciudad, no distingue la forma completa de la incompleta.

Se acercó un día el gato para intentar hacerse amigo de la ciudad. Gato con botas, egipcio, salvaje y doméstico; primero la observó y luego leyó en ella la siguiente premisa: “Soy la ciudad de cuatro patas, tal vez ave un día, hoy ratón”. Despreciando la misteriosa amistad, el gato desapareció sagazmente. La ciudad aún le espera.

2 comentarios:

  1. Linda TE AMO.
    Say escribes muy bonito, muchos besitos.

    Att: ¡¡El novio que más te quiere!!.

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  2. Yo quiero una novia así

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